La masificación de las comunicaciones ha significado un cambio estructural en la sociedad humana, significando un antes y un después en las formas de relacionarnos tanto en el contexto social como político, cultural y económico. Desde los inicios de este proceso pensadores europeos y norteamericanos han fijado claras posiciones a favor y en contra de los cambios impuestos por los medios de comunicación dentro de una sociedad post-modernista que tras la culminación de la Segunda Guerra Mundial irrumpió para transformar el quehacer humano, y que más allá de consolidarse con el pasar de los años ha evolucionado hacia nuevas formas digitales de comunicación.
En Norteamérica, como punto de partida de la cultura de masas y de la denominada hegemonía mediática, investigadores como Lasswell, Lazarsfelt, Merton, Berelson y Mc Luhan, tratan de imponer una visión positivista y empírica del proceso comunicacional, y de cómo los medios han venido interactuando mediante sus contenidos con los receptores, modelando sus patrones de conducta y creando los nuevos patrones culturales.
Por otro lado, en la Europa de la postguerra, surgen múltiples postulados en relación al papel dominante de los medios y como estos se han constituido en la base de poder de la nueva sociedad capitalista. La Teoría Crítica surgida en Alemania sobre la base de las reflexiones realizadas por la Escuela de Frankfurt hace fuertes cuestionamientos en relación a ese papel mediático en clara alineación a las posiciones de izquierda formulas por las teorías marxistas. En Francia, Italia y España los Estructuralistas también se muestran reaccionarios frente a la hegemonía de los medios de comunicación, aunque por primera vez analizan los contenidos, las simbologías y los elementos de la comunicación desde la perspectiva de la semiología, mientras que en Inglaterra, surgen los Estudios Culturales para darle explicación al proceso de transformación cultural iniciado con dicha hegemonía.
Todos estos enfoques responden a una realidad predominante a nivel mundial durante las décadas de los 60 y 70, como lo es el auge de la denominada Sociedad de Masas, en Latinoamérica, operan otras realidades que necesariamente obligan al surgimiento de otras posturas en relación a este mismo proceso. Si bien, en la región, existe una clara influencia del modelo norteamericano, así como profundos vínculos ancestrales con el continente Europeo, la relación entre medios de comunicación, sociedad y poder por estos lares se presenta de manera distinta.
Los países latinoamericanos atravesaban para las décadas de los 60 y 70 por una profunda crisis estructural, sobre la cual muchos pensadores de la región se atrevieron a cuestionar seriamente el modelo de desarrollo impuesto por sus vecinos del norte, estableciendo claras divergencias sobre el esquema capitalista sobre todo en temas vinculados a elementos como soberanía y autodeterminación de los pueblos. Es así como surgen en el campo de la comunicación nuevas teorías en la región, que basadas en las posiciones reaccionarias de norteamericanos y europeos buscaban matizar sus enfoques en función del contexto tan propio de Latinoamérica. Estas teorías toman como base muchas de las reflexiones realizadas en la región en el campo social, así como enfoques muy autóctonos vinculados al desarrollo de la cultura popular.
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